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Irkuiem
Los osos han sido venerados por las antiguas tribus indias y temidos por los cazadores. El irkuiem ser una mescla entre ambos, entre la admiracion y el miedo, las tribus del sur de rusia hablan de esta gigantesca bestia con miedo y los zoologos la admiran aunque de un modo casi incomprensible y poco riguroso. Los Osos gigantes en Kamchatka o El Irkuiem. Kamchatkla es una fría península que se encuentra al oriente de Rusia. Es una zona muy visitada por geólogos, dada la gran cantidad de volcanes interesantes para su estudio, y de cazadores, pues en sus tierras pueden encontrar piezas de lo que se denomina caza mayor. Y precisamente de la mano de uno de estos cazadores, vio la luz, fuera de las fronteras de Kamchatkla, uno de los misterios criptozoologicos más extraños, interesantes y aun así, poco investigado, hablamos del misterioso IRKUIEM. En 1980, un cazador llamado Rodino Sivolobov, residente de Tilichiki, un pequeño pueblo que se encuentra en la costa del Mar de Bering, remitió varias cartas a diferentes zoólogos de cierto prestigio describiendo los encuentros que el y otros nativos de la región como los Korjak o los Chukchi, habían tenido con una criatura semejante a un gigantesco Oso y a los que estos nativos llamaban desde hacia décadas IRKUIEM. Según describían quienes lo habían presenciado, este curioso animal presentaba unas piernas posteriores cortas con relación a las anteriores que parecían ser de un mayor tamaño, un hocico extremadamente corto, y una característica principal, que de hecho le daba su nombre. De entre sus patas anteriores, una extraña protuberancia colgaba a modo de bolsa y parecía, que debido a su peso, la arrastraba por el suelo, según los nativos eso se les asemejaba con unos “pantalones caídos”, es decir IRKUIEM en su lengua.
El "SIMUS ARCTODUS" El primero en mostrase interesado por el tema fue el respetado biólogo ruso, N.K. Vereshchagin, quien recibió una de las cartas de Sivolobov y el cual se atrevió a dar una arriesgada hipótesis. Afirmo que el IRKUIEM era en realidad un superviviente del “Simus Arctodus” una especie de Oso prehistórico que vivió en América del Norte. Era dos veces más grande que las actuales especies de Osos, pudiendo superar con facilidad mas de dos metros. Este mismo biólogo saco el tema al interés publico en un articulo publicado en la revista “Ohota” en 1987.
A partir de aquí varios colegas de profesión se interesaron por el IRKUIEM y algunos se mostraron disconformes con la teoría de Vereshchagin, dictaminando que el Aroctodus tenia las patas considerablemente mas grandes que las descripciones facilitadas por Sivolobov.
Uno de estos colegas seria Valerij Orlov, que en 1989 retomaría el caso de este animal y se convertiría en el principal representante científico de este fenómeno.
Orlov escribiría un articulo en la prestigiosa revista rusa “Vokrug Sveta”, en la que resumía la expedición de dirigida por un geólogo ruso, que además de mostrarse interesado por la actividad volcánica de Kamchatka, también lo estaba en encontrar a un presunto Oso monstruoso que era muy temido por los nativos del lugar, y que según creía era una especie desconocida que habría cruzado el mar helado de Chukchi y que se asentaría regularmente entre las regiones de Rusia y Alaska.
No obstante pese a que Orlov presento esta teoría, no estaba del todo de acuerdo con ella. Para el IRKUIEM no era mas que el actual Oso Polar (Martimus Usus) que se desvió hacia el Mar de Bering. Los nativos de Kamchatka, al no reconocer al espécimen habrían originado la Leyenda del IRKUIEM. Orlov afirmaría entonces a que era muy posible encontrar una colonia estable de Osos Polares en Kamchatka.
La información con la que Orlov prepararia el articulo, provenia de su colega F.R. Shtilmark, que a su vez recibia de las cartas de Sovolobov. Aunque Orlov se mostraba escéptico en cuanto a las cartas del mismo, Orlov se decidió a ponerse en contacto con este, a la vez que con un Inspector de Policía de la región. El Inspector le comunico que no conocía de ningún animal desconocido en la región, pero que si pudiese ser factible dada la cantidad de Osos que existen en Kamchatkla. De hecho y como aseguran los científicos los Osos son una de las especies que mas híbridos produce, y no solo por medio de la mano del hombre, sino también en cautividad, por lo tanto la teoría de híbrido o nueva especie no es del todo descabellada.
Por otro lado Sovolobov, siguió enviado información a Orlov, referente al IRKUIEM, este se atrevió incluso a hacer un censo aproximado de este misterioso animal, en en varias ocasiones envió fotos de lo que el afirmaba que era la piel de uno de estos osos desconocidos. Fotos que el mismo Orlov y el Inspector de Policía desestimarían al creer que se trataban de unas pieles del Oso marrón, muy común el Kamchatka.
Con el tiempo las cartas de Sivolobov fueron remitiendo hasta desaparecer, y en 1996, el biólogo Valerij Orlov, realizo la ultima mención del IRKUIEM, concluyendo que desde hacia varios años no había vuelto a recibir ninguna información de Sivolobov, lo que unido a que nunca enviara una prueba concluyente como un cráneo o un colmillo, le hacia pensar que todo habría sido un fraude.
Sin embargo quedan muchas lagunas, ¿Con que fin Sivolobov querría realizar dicho fraude? ¿Por qué, según parece, ninguno de los científicos interesados se desplazo hasta el lugar para investigar el caso in-situ? ¿No podría Sivolobov haberse cansado de la pasividad de los científicos y la falta de rigurosidad en sus conclusiones? Cualquiera en la piel de Sivolobov diría que si, aunque quizás no tardemos mucho en saber la verdad entorno a este curioso e interesante caso.

Fuente:www.esencia21.com/CRIPTO/Irkuiem/IRKUIEM.php

 

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Demonio De Devonshire

Uno de los episodios más singulares de la criptozoología "El demonio de Devonshire" fue recopilado por Charles Fort a finales del siglo XIX, cuando por espacio de varios meses se localizaron un gran número de extrañas huellas en el paraje inglés de Devonshire. Su singular forma de “U” y su disposición individual en línea, hicieron pensar a los expertos de la época que se trataba de una criatura con una sola pierna que se desplazaba dando unos saltos de 6 metros de altura. Nadie la llegó a ver. Fort fue sin lugar a dudas un adelantado a su tiempo, un curioso empedernido que se rodeó de pilas de periódicos y documentos de todos los tiempos, rastreando la presencia de hechos extraños, insólitos, de anomalías científicas que hoy conocemos en su honor como hechos forteanos. Vivió en un pequeño apartamento de un barrio del Bronx, del que apenas salía para acudir a la Biblioteca municipal en busca de su presa preferida, la extraña noticia. Poco a poco comenzó a llenar su casa de montones de cajas con recortes de prensa que recogían desde las extrañas lluvias de peces, piedras o ranas, de aguas de color negro o con azufre, pasando por inscripciones en meteoritos, así como apariciones varias y avistamientos de criaturas imposibles para la ciencia. Pero Fort no sólo se limitó a recopilar recortes sino que comenzó a estudiar diferentes disciplinas científicas para comprender mejor estos hechos misteriosos e intentar darles una explicación. Estudió en la Biblioteca de Nueva York y en el Museo Británico, formulando leyes y aplicando formulas y teorías, para en 1913 escribir una obra sobre lo aprendido dando diferentes explicaciones a los hechos que durante años había recopilado. Había nacido “El Libro de los Condenados”, un clásico imprescindible para todo amante del misterio. Restos de gigantes en Escocia, animales deformados, criaturas con alas o características imposibles, y un largo etcétera de anomalías zoológicas, comenzaron a figurar en los catálogos forteanos. De entre todos ellos existe uno que constituye una verdadera extrañeza, y que conmocionó a la sociedad británica de 1885. Hablamos de las misteriosas huellas del “Demonio de Devonshire”. El invierno de ese año fue especialmente duro, hasta el punto de que incluso la región norteña de Cornualles quedó completamente cubierta de nieve durante toda la estación. Y es precisamente en la nieve donde comenzó la extraña historia. En la mañana del 8 de febrero aparecieron aparecieron impresas en la nieve y a lo largo de todo Devonshire, una serie de extrañas huellas que no correspondían con ningún animal conocido.
Las impresiones con forma de U, tenían unos 10 cm de longitud por 7 cm de ancho, y resultaron ser mucho más extrañas de lo que muchos pudieron pensar en un primer momento. Además de presentar una nitidez sorprendente, posiblemente por la presión con la que quedaron grabadas, lo más extraño es que se encontraran distribuidas de una forma alineada, es decir una detrás de la otra como si el animal, criatura o lo que quiera que fuera aquello, fuera saltando continuamente sobre una sola pata, manteniendo siempre el mismo ritmo. Un ritmo constante tanto si subía o bajaba, como si caminaba por terrenos abruptos o llanos: las huellas siempre se encontraban a unos 20 cm una de la otra.
Uno de los primeros en ver las huellas fue el panadero local Henry Pilke. Al verlas inmediatamente pensó en que habían sido dejadas por algún pequeño asno o pony, pero al contemplarlas con más detenimiento, comprendió que tal teoría no era posible. Más atrevido fue el director de la escuela local Albert Brailford, quien reunió un pequeño grupo de personas para seguir la senda que dejaban las huellas. Después de caminar varias decenas de metros, los atónitos testigos no daban crédito a sus ojos. La aureola de misterio de las marcas iba en aumento al comprobar que “el animal” era capaz de saltar muros de más de cuatro metros de altura, o incluso caminar por los tejados sin ningún tipo de problemas. En algunos puntos, al encontrar muros de hasta seis metros, las huellas se detenían para aparecer en el otro lado del obstáculo, como si lo hubiera logrado atravesar, o sencillamente hubiera volado por encima del mismo para aparecer tranquilamente al otro lado.
Las insólitas marcas se encontraron en Exmouth, Lympstone, Woodbury, Powderham, así como en varios pueblos más. En total unos 150 kilómetros. Incluso hubo lugares donde pese a las condiciones del terreno, las huellas no parecieron detenerse. En zonas como el río Exe, las huellas llegaban hasta una orilla para luego aparecer en la opuesta, y todo ello pese a los casi tres kilómetros de anchura en algunos puntos del río.
La tensión fue creciendo a medida que avanzaba el día, y al atardecer la búsqueda se convirtió en una auténtica cacería de brujas. Los aldeanos, dada la forma de las huellas, buscaban a la mismísima encarnación del Diablo para acabar con sus andares por el pueblo. Pero como era de suponer no encontraron nada. Pronto comenzaron a surgir las primeras teorías, y más cuando los principales rotativos como el London Times o el Illustrated London News comenzaron a airear los sucesos ocho días después, el 16 de Febrero.
Uno de los primeros en arriesgarse, fue el celebre paleontólogo Richard Owen, famoso por haber acuñado la palabra “dinosaurio”, quien proclamó que las huellas pertenecían a un grupo de tejones. Pero, ¿qué grupo de tejones es capaz de saltar muros de seis metros y recorrer 150 km en una sola noche? La hipótesis mas aceptada por los lugareños fue la del pequeño asno, aunque no lograban comprender que hacia un asno en los tejados de varias casas donde aparecieron las huellas, o porque esa forma tan precisa, extraña y dificultosa manera de caminar, ¡sobre una sola pata!
A estas teorías se les fueron uniendo otras como las del globo aerostático arrastrando una cadena, un canguro escapado de algún zoológico, una gran avutarda, ranas, sapos, e incluso los andares de una liebre coja. Todas ellas se acababan desmoronando por sí solas con el tiempo, y tal y como sucede con muchos de los hechos forteanos, a día de hoy las misteriosas huellas aparecidas en Devonshire siguen sin una explicación que aclare el misterio.
La discusión que suscitó la aparición de las huellas de Inglaterra, hizo que muchos investigadores sacaran a la luz otros casos de misteriosas apariciones de huellas a lo largo de todo el globo terráqueo. Curiosamente, y en contra de la pauta común en criptozoología, se poseía la prueba antes que al propio críptido.
Durante las fechas en que se sucedieran los hechos en Devonshire, un corresponsal del Illustrated London News, rotativo que se ocupó de cubrir la historia de Devonshire, recordó que pocas décadas antes, en concreto en 1840, encontraron huellas similares en una cordillera de Galicia, incluso algunos escribieron al diarios alegando que el celebre explorador James Ross, las encontró en la isla de Kerguelen, Francia, donde no existe ningún animal que tenga cascos en sus patas.
En ese mismo año, en concreto el 14 de marzo, The Times señaló que cerca Glenorchy, Escocia, también aparecieron este tipo de huellas cubriendo varios kilómetros de distancia.
Poco a poco surgieron decenas de historias de huellas, entre ellas las más destacadas en Nueva Zelanda (1886), en las playas de Nueva Jersey, EEUU (1908), en Bélgica (1945), en las laderas del volcán Etna, Sicilia (1970) y aún más curioso, pero con bastante menos notoriedad, nuevamente en Devonshire en 1950. En ninguno de los casos señalados fue posible establecer el origen de las desconcertantes marcas.

Fuente: http://criptozoologia.net/criaturas/criptozoologia/El_demonio_de_Devonshire/El_demonio_de_Devonshire.php

 
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